“Muchos
de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida perpetua, otros para
ignominia perpetua”. En la primera
lectura de la misa de hoy el libro profético de Daniel anuncia el tiempo de la
resurrección (Dan 12, 1-3).
Nos
es difícil imaginar ese tiempo futuro que anunciaron los profetas. Pero el
texto nos dice, al menos, que la venida del Señor será al mismo tiempo un
momento de juicio y de salvación. A la libertad humana ha sido confiada la
posibilidad y la responsabilidad de decidir.
El
futuro que nos ha sido prometido no puede arrancarnos del presente. Al
contrario, lo convierte en ocasión y escenario para nuestro compromiso de fe y
de caridad. El futuro al que nos orienta la virtud de la esperanza se va
preparando en este presente, marcado por
la virtud de la paciencia.
TRES
GRANDES VALORES
También el evangelio que hoy se proclama
nos invita a mirar confiadamente al futuro (Mc 13, 24-32). Como en muchas otras
ocasiones, también en esta profecía podemos fijar nuestra atención en tres
protagonistas y los tres grandes valores que representan
• En el centro del mensaje se anuncia la
venida del Hijo del hombre. Su llegada sobre las nubes indica su divinidad. El
poder y la majestad del final evocan el poder y la majestad que hicieron
posible la creación en el principio.
• Protagonistas son también el sol, la
luna, las estrellas y los astros del cielo. Bien sabemos que los astros eran
divinizados y adorados en el mundo pagano. Por tanto, la Venida del Señor no
significa el fin del mundo, sino el fin de un mundo que ha sido marcado
por el peso de nuestras frecuentes
idolatrías.
• Además el texto anuncia que los
ángeles reunirán a los elegidos de los cuatro vientos o puntos cardinales. La
venida del Señor será el signo y el inicio de una comunidad universal que ha de
reunir en la verdad y en el amor a gentes procedentes de todo pueblo y toda
lengua.
LA TIERRA Y SUS SEÑALES
El relato evangélico pone en boca de Jesús una
breve parábola: la de la higuera que parece recobrar vida en primavera.
• “Cuando las ramas se ponen tiernas y
brotan las yemas, deducís que el verano está cerca”. Con frecuencia se acusa a los creyentes de
vivir alienados, colgados de un futuro utópico. Pero la esperanza no puede
alejarnos de este mundo. Al contrario, nos exige vivir atentos a esta tierra y
vivir amando esta tierra
•
“Cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la
puerta”. La venida del Señor es cierta, pero es incierto el momento que
esperamos. La aparición de los grandes valores humanos, por humilde que
parezca, es ya un signo de la presencia del Reino de Dios y de la manifestación
del Señor de la historia.
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