“Voy a
acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la
zarza” (Ex 3,3). No son palabras tan solo. Moisés se acerca a la zarza que arde sin consumirse.
Este texto que hoy se proclama encierra tres referencias personales.
• Dios, que no
es indiferente a la suerte de los hombres. Su misericordia tiene en cuenta la
miseria de los que se afanan y de los que sufren. Prestar atencion a esos
signos que Dios envía puede convertirnos en portavoces de su palabra y en
agentes de la liberación.
• Moisés, que se ha habituado a la rutina de cada día.
Pero está preparado para escuchar la voz de Dios que, de pronto, le habla en el
escenario del pastoreo. Es preciso ver lo admirable y asombroso de la
intervención de Dios en la peripecia de lo acostumbrado.
• El pueblo de Israel, que ya se ha habituado a la
esclavitud. Pero Dios “ha visto” la opresión que sufre su pueblo. Él toma la
iniciativa. La fe en Dios nos rescata de la esclavitd. También a nosotros Dios
nos ofrece la libertad y nos restituye la dignidad perdida.
LA TORRE
En el tercer domingo de cuaresma se nos recuerdan dos
hechos que debieron de llegar a los oídos de Jesús: una horrible matanza de
peregrinos decidida por Pilato y el derrumbe de la torre de Siloé que aplastó a
algunos obreros (Lc 13, 1-9). ¿Qué pensar de ello?
• A Moisés Dios le habló en la rutina de las tareas
diarias del pastoreo. El evangelio nos dice que Dios nos habla también a través
de los acontecimientos que a veces nos sobresaltan y que siempre nos plantean
las grandes cuestiones sobre el bien y el mal.
• A la vista de aquellas desgracias, muchos se
preguntaban qué mal habían cometido las víctimas. Según Jesús, la desgracia no
siempre responde al pecado. Si así fuera, también merecerían la muerte algunos
de sus oyentes, que sin duda eran pecadores.
• Así pues, más
que hacerse preguntas teóricas sobre la naturaleza y las causas del mal, hay
que adoptar una decisión práctica. Es urgente aprovechar el momento presente
para abrir el corazón a la conversión.
LA HIGUERA
Pero en el relato evangélico que hoy se proclama se
incluye, además, una breve parábola: la de la higuera que ha dejado de dar
frutos. ¿Qué hacer ante ello? El texto incluye un breve diálogo entre el dueño
de la viña y el viñador encargado de cultivarla.
• “Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en
balde?”. Esa parece ser la decision del dueño de la viña en la que está
plantada la higuera. Es una severa advertencia a esa esterilidad nuestra que ya
se ha vuelto crónica. No podemos resignarnos. El papa Francisco ha dicho hace
poco que la misericordia de Dios es muy grande, pero su justicia es perfecta.
• “Señor, déjala todavía este año”. Junto a la
tentación de la acedia podemos caer también en la del pesimismo. La sugerencia
del viñador nos exhorta a redoblar el esfuerzo y el trabajo. A mantener la
esperanza y la paciencia. A interceder cada día por nuestros hermanos. Y, por
último, a dejar el juicio y la última decisión al Señor, que es el único dueño
de la viña.
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