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Pastor que da su vida por sus ovejas Jn 10,11-18 (PAB4-24)

 Marco: Los capítulos 9 y 10 tienen un tema central importante: Jesús es la luz del mundo. En el capítulo 10 Jesús se revela como el Buen Pastor que acoge, cuida, conduce a la vida a sus discípulos y les entrega su misma vida. Pero en ese ciego de nacimiento curado estamos representados todos los creyentes. Por eso Juan quiere que el lector y oyente de todos los tiempos se sienta identificado con el ciego y entre en la acción que le presenta en su relato. Y, por tanto, vivan en la seguridad de que tienen un Buen Pastor que expone la propia vida por los suyos. Así es Jesús, Luz del mundo.

Reflexiones: 

1ª) La señal del Buen Pastor: donación de la vida.

Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da la vida por las ove-jas...Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. El adjetivo utilizado por el evangelista para calificar al Pastor no indica solamente su bondad personal, sino también y especialmente califica su misión. Jesús se presenta como el único Pastor genuino, auténtico, digno de fiar. Y eso es lo importante en el momento en que habla Jesús y en el que escribe el evangelista: muchos se presentaron con la pretensión de ser los salvadores (celotas, entre otros). Pero ninguno llevaba la marca de la autenticidad, no fueron de fiar y llevaron al pueblo a la destrucción (destrucción de Jerusalén en el año 70). Jesús es el único salvador. Y está dispuesto a llevar su misión hasta el final y así lo realiza: hasta el don generoso de la propia vida. Para ello el evangelista lo contrasta con el mercenario que está más pendiente del sueldo que del bienestar de las ovejas. El evangelista piensa también en los pastores de su Iglesia. Y para ellos escribe indicando: mirad al verdadero Pastor y sacad vuestras consecuencias. Una severa advertencia. Jesús entrega la vida libremente, nadie se la arrebata violentamente. Una bella interpretación de la muerte de Jesús: nadie tiene amor más grande que el que entrega su vida por sus amigos.

2ª) El Buen Pastor trata personalmente con los suyos.

Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. En la Ultima Cena (Jn 15,12-15) Jesús realizará -según el evangelista Juan- una de las revelaciones más consoladoras: vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Con esta revelación introdujo en la historia una nueva relación de los hombres con Dios, elevándolos a la categoría de amigos. Pero es necesario escuchar de sus labios el por qué: porque os he revelado todos los secretos que he recibido de Dios. El trato auténtico entre los amigos radica ahí. Pitágoras afirmaba: entre los amigos todo se tiene en común. Un trato interpersonal de auténtica amistad. Jesús conoce a los hombres (especialmente a sus discípulos) con sus nombres propios. Recuérdese que en el Oriente la imagen del Pastor está relacionada con los gobernantes, los dirigentes espirituales y los maestros que enseñaban al pueblo. Jesús introdujo una radical novedad: su gobierno y su enseñanza se imparte y se recibe en un clima de total amistad y apertura.

3ª) ¡Jesús rompe fronteras: Pastor universal!

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Jesús, Buen Pastor, ofrece a la humanidad la posibilidad real de constituir una sola gran familia, que era el proyecto original del Dios Creador. Una gran familia en comu-nión interpersonal de vida con la experiencia de la felicidad (este es el sentido original del relato del paraíso teológicamente considerado, porque nos hizo a imagen y semejanza de la comunidad que existía entre ellos). El relato popular de la torre de Babel trata de explicar la situación de enfrentamiento y división que existe entre los pueblos de la tierra. El Buen Pastor tiene como misión de reconstruir sobre nuevo cimiento la unidad de la familia humana: esa unidad se construye en círculos cada vez más amplios pero que comienza en la familia entendida como comunidad de vida y de amor y culmina en la reconciliación de toda la humanidad y de toda la creación. La Iglesia tiene la misión de ser en el mundo sacramento de salvación, de reconciliación y de comunión entre todos los hombres (cap. 17).

Fuente: https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/21-4-2024/comentario-biblico/gerardo-sanchez-mielgo/

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