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El reparto de los panes (TOB17-12) por JR Flecha

Veinte panes de cebada y grano tierno de espiga. Eso es lo que trae un hombre al profeta Eliseo (2 Re 4, 42-44). Es un gesto con el que reconoce como enviado por Dios a aquel profeta heredero del espíritu de Elías.

Pero Eliseo descubre inmediatamente una necesidad a su alrededor, vuelve a su criado y le ordena: “Dáselos a la gente para que coman”. El texto recoge el titubeo del criado: “¿Cómo voy a repartir estos panes entre cien hombres?” Pero el profeta insiste en su propósito. Según el relato, el criado repartió los panes a la gente, todos comieron y todavía sobró, como había dicho el Señor”.

Más que hacer resaltar el hambre de las gentes, el texto bíblico trata de poner de relieve la autoridad del profeta. Dios está con él. En Eliseo se hace visible la providencia de Dios y el poder de su palabra cuando el profeta la acepta sinceramente y la convierte en norma de su vida y objeto de su predicación.

EL ALIMENTO

En este año B del ciclo litúrgico, se lee siempre el capítulo 6 del evangelio según San Juan, que va a acompañar nuestra celebración en los próximos domingos. Es fácil descubrir algunos paralelismos con la lectura anterior.

* En primer lugar, también aquí Jesús se compadece de la multitud que le sigue para escuchar su palabra. Se sugiere que esa palabra de Jesús es el verdadero alimento que los panes y los peces significan y hacen visible. Y se identifica su gesto con el rito de la eucaristía que la comunidad ya conoce y celebra.

* El hombre que traía los panes y las espigas a Eliseo se sustituye ahora por un muchacho. Parece que él mismo ha revelado a Andrés que trae consigo cinco panes de cebada y dos pescados. El joven representa la ingenuidad y la esperanza. La creatividad del amor y el desprendimiento de la generosidad.

* El siervo de Eliseo se sustituye aquí por dos de los discípulos de Jesús: Felipe y Andrés. Al principio del ministerio de Jesús, le habían anunciado a otros futuros discípulos. Y al final de su misión, le acercarán a unos griegos que llegan a Jerusalén. Su misión es la de ser puente entre Jesús y los demás.

EL PROFETA

“Este es en verdad el profeta que había de venir al mundo”. Esa es la exclamación que recoge la admiración de las gentes que han sido alimentadas por Jesús. Como en tantas otras ocasiones, el evangelio pone una confesión de fe en la boca de los que parecen más alejados del Señor.

* “Este es el profeta”. En Jesús encuentra la Iglesia la palabra de Dios. Sabe y confiesa que esa palabra eterna ha entrado en el tiempo. Y se ha encarnado en un hombre concreto para nuestra salvación.

* “Este es en verdad el profeta”. Los seguidores de Jesús oímos todos los días proclamas y doctrinas aparentemente novedosas, que tratan de salvarnos y llevarnos a la felicidad. Pero nuestros ojos y nuestros oídos están fijos en el Señor.

* “Este es el profeta que había de venir al mundo”. No hemos de esperar a otro. En Jesucristo se cumplen las antiguas profecías. Él es la definitiva revelación de Dios. Y la más bella revelación del hombre al mismo hombre.

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