Una vez más estamos en el tiempo de Adviento. Durante estas
cuatro semanas preparamos la celebración de la fiesta del nacimiento de Jesús.
Pero no sólo eso. El Adviento es el tiempo que resume toda nuestra vida. En
este tiempo se nos invita a redescubrir la virtud de la esperanza. Y a vivir
como quienes están de camino.
En este itinerario del Adviento nos acompañan, sobre todo,
las figuras del profeta Isaías, de Juan el Bautista y de María la Madre de
Jesús.
En este primer domingo, recordamos cómo Isaías invitaba a
las gentes de su pueblo a marchar por las sendas del Señor, a repensar nuevas
estrategias para la paz y a caminar a la luz del Señor. En ese camino había de
encontrarse Israel con todos los demás pueblos de la tierra. La esperanza o es
universal o no es esperanza (Is 2, 1-5).
ORACIÓN Y TAREA
En este nuevo año litúrgico leeremos el evangelio según San
Mateo. En el texto que hoy se proclama
(Mt 24, 37-44) escuchamos este aviso: “A la hora que menos penséis viene el
Hijo del Hombre”. En tiempos de Noé las gentes vivían despreocupadas y cuando
menos lo esperaban llegó el diluvio. El evangelio nos invita a vivir atentos y
despiertos.
Con frecuencia vivimos olvidando lo que somos y lo que
esperamos. Estamos llamados a vivir esperando la manifestación del Señor y la
plenitud de su Reino. La esperanza nos exige vivir despiertos, atentos a los
signos de los tiempos.
En la eucaristía repetimos con frecuencia la súplica con que
se cierra el libro del Apocalipsis: “Ven, Señor Jesús”. Tendremos que
preguntarnos si de verdad vivimos esperando, deseando y anticipando la
manifestación del Señor. Orar bajo el signo de la esperanza, no significa
manifestar nuestro descontento con la realidad de este mundo.
Al contrario. Como nos ha dicho el Concilio Vaticano II, “La
espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar, la
preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva
familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo
nuevo” (GS 39).
VIGILANCIA Y ESPERA
Hoy encendemos la primera de las velas en la corona del
Adviento. A su luz, escuchamos las dos exhortaciones que nos dirige Jesús,
también en nuestro tiempo:
• “Estad en vela porque no sabéis cuándo vendrá vuestro
Señor”. Nos mantenemos despiertos, no por temor al que viene sino con la gozosa
espera del que ama. Además de velar y
orar, dedicamos un momento a buscar algunos signos por los que el Señor nos
indica el camino que hemos de seguir para anunciar y preparar su venida.
• “Estad preparados porque a la hora que menos penséis viene
el Hijo del Hombre”. Esta última frase no es una amenaza, sino una preciosa
advertencia. En cualquier momento de la historia humana puede hacerse evidente
que el Señor está con nosotros. Para el buscador de pepitas de oro cualquier
momento puede ser el que cambie su suerte. Hay que estar atentos.
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