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Tiempo de juicio Lc 25,5-19 (TOC33-13)



“Mirad que llega el día, ardiente como un horno”. Con estas palabras anuncia el profeta Malaquías la llegada del día del Señor. El día del Señor significa en el lenguaje de los profetas la revelación de Dios y también la manifestacion de su justicia. Sería un día de condena para los malvados y un día de salvación para los que honran el nombre del Señor (Mal 3, 19-20).
A primera vista, este anuncio de un día de revisión de la historia humana resulta bastante extraño para la mentalidad de nuestra sociedad secular. Y, sin embargo, en su encíclica sobre la esperanza, el papa Benedicto XXI ha afirmado que la meditación sobre el juicio es una de las escuelas de la esperanza.
También la filosofía moderna se subleva ante el espectáculo del holocausto y de los grandes genocidios. No se puede igualar la suerte del justo con la del malvado. Las canalladas desencadenadas por los sistemas de opresión no pueden quedar impunes. Nuestra razón nos impulsa a aguardar una justicia que no premie las grandes tiranías de la historia.

TIEMPO DEL DISCERNIMIENTO

También el evangelio de hoy nos invita a levantar nuestra vista para mirar al futuro (Lc 21, 5-19). No es el anuncio de la cercanía del fin del mundo. Es una exhortación a vivir el presente con ojos abiertos. Este no es tiempo para el temor sino para el discernimiento. Al menos tres contraposiciones resultan especialmente llamativas en el texto. 
-  En primer lugar, se confronta la mirada de “algunos” con la de  Jesús. Mientras ellos sólo ven la belleza del templo, Jesús descubre con realismo su debilidad. Sólo Dios es el Absoluto. Todo lo demás es relativo, incluidas nuestras estructiuras sociales y religiosas.
- En segundo lugar, se confronta el mensaje de los falsos profetas con el de Jesús. Son “muchos” los farsantes que usurpan el nombre y la dignidad de Jesús, diciendo “Yo soy”. Pero sólo él es la verdad y el humilde pregonero de la verdad. 
- En tercer lugar, resuenan dos terminantes prohibiciones de Jesús. El que había llamado a sus discípulos diciendo: “Sígueme”, dice ahora con firmeza: “No vayáis tras ellos”. El que siempre ha exhortado a sus discípulos  a confiar en él, les dice ahora: “No tengáis pánico”.

 TIEMPO DEL TESTIMONIO

Jesús no nos invita al optimismo, sino a la esperanza. Nos espera la persecución, aun por parte de los más cercanos. Jesús no anuncia el fin del mundo. Pero sí anuncia el fin de las relaciones y de las fidelidades. Y hasta el fin de nuestros proyectos y nuestra propia vida.
• “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. La esperanza desencadena en nosotros una fuerza imparable. La fuerza que se traduce en paciencia y tenacidad, en compromiso con nuestro mundo y en responsabilidad en nuestro trabajo.
• “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. Habrá tiempos recios y momentos de crisis. La esperanza que el Señor espera de nosotros nos lleva a permanecer fieles a su llamada y a dar testimonio de su presencia en nuestro propio ambiente.   
• “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. En tiempos de barbarie, de frívola comodidad y de nauseabunda apatía no podemos vender  nuestra alma. No podemos dejarnos arrebatar el tesoro de humanidad que Dios nos ha confiado.

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