“Una
mujer hacendosa ¿quién la hallará?…Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus
obras la alaben en la plaza” Merece la pena volver a leer este elogio de la
mujer trabajadora que se encuentra en el libro de los Proverbios (31, 10-31).
Se dice que estas palabras pueden aplicarse a la sabiduría, que es la fuente de
la verdadera riqueza y de la felicidad.
Pero este texto incluye también una alabanza
al valor del trabajo humano, aquí reflejado en la dedicación de una mujer al
esplendor de su casa y al bienestar de su familia, el trabajo es visto con
frecuencia como una maldición. Pero bien sabemos cuánto dolor y disgusto
ocasiona a la persona verse privada de él.
La
imagen de la mujer trabajadora es un hermoso canto a las posibilidades humanas
de colaborar con la obra divina de la creación. Esta imagen nos invita, además,
a reflexionar sobre el trabajo vínculo social y familiar. Laborar es siempre
colaborar. Y una gran parte de la felicidad que el trabajo comporta es
precisamente la de servir al amor mutuo.
LOS
TALENTOS
En el evangelio que se proclama en este
domingo se recoge la parábola de los talentos. (Mt 25,14-30). Por su situación,
entre la parábola de las doncellas invitadas a la boda y la profecía del juicio
final, este texto se nos presenta como una preciosa lección sobre la esperanza
cristiana y las actitudes que comporta.
Con
demasiada frecuencia se ha acusado a los cristianos de vivir mirando al cielo,
de forma que ignoran lo que ocurre en este suelo. Pero esa acusación no puede
responder a la verdad. Como recordó el Concilio Vaticano II, la mirada
orientada hacia el más allá no nos impide observar las realidades y los
desafíos que se nos presentan en el más acá.
La
esperanza cristiana no justifica la pereza del criado que ha recibido de su amo
un talento y lo esconde en la tierra. Precisamente el que presume de conocer a
su señor es el que no hace nada por aumentar el capital que le ha sido
confiado. O por reclutar a otros hermanos para la vida del Evangelio, que eso
es lo que significa negociar con los talentos recibidos.
EL BANQUETE
“Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor. Como
has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante. Pasa al banquete de tu
Señor”. Así habla el Señor a los criados que han redoblado los talentos que Él
les entregó.
• “Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor”.
Nosotros no somos los dueños del Evangelio. El Señor es el dueño, nosotros
somos sus empleados. Estamos al servicio de Aquel que es nuestro Señor. Él espera de nosotros que
aceptemos fielmente su encargo.
• “Como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo
importante”. La Biblia presenta una y
otra vez la fidelidad como uno de los atributos de Dios y de Jesucristo. Es
también nuestra vocación. En realidad, toda nuestra fidelidad es bien poca cosa
comparada con la suya.
• “Pasa al banquete de tu Señor”. El Señor no se deja
ganar en generosidad. Nuestra fidelidad en las pequeñas tareas a favor del
Evangelio recibirá un premio inefable. El banquete es la imagen adecuada para
reflejar la felicidad de la intimidad con el mismo Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario