“Hemos
decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que las
indispensables” (Hch 15, 28). Los
apóstoles y los dirigentes de la comunidad de Jerusalén tienen que tomar una
decisión. Hay quien pretende que se imponga la circuncisión a los nuevos
discípulos del Señor, llegados del mundo pagano.
Parece
una cuestión de ritos. En realidad, planteaba un problema fundamental.
Significaba que para ser seguidores de Jesús era necesario acomodarse a la ley
de Moisés. Había que abrazar el judaísmo. En ese caso cabía preguntarse qué
aportaba el Evangelio y qué podía significar la nueva vida.
Pero tan importante como la pregunta es la
respuesta. No hubiera sido posible encontrar la solución acertada sin la
inspiración del Espíritu Santo, que guía a la nueva comunidad de los creyentes.
Es el Espíritu quien la conduce, le descubre lo esencial de la fe y la lleva a
no imponer preceptos innecesarios.
LA PALABRA
Durante
los domingos del tiempo pascual hemos venido leyendo algunos pasajes del libro
del Apocalipsis. En el texto que hoy se proclama aparece de nuevo por tres
veces el Cordero. Es el Señor. Él es la luz que ilumina a la nueva ciudad de
los discípulos (Ap 21,23).
•
También por tres veces el evangelio de hoy se refiere a la “palabra” del Señor
(Jn 14, 23-29). En primer lugar se dice que quien le ama guardará su palabra.
Una vez más se ofrece el criterio del amor verdadero. No es tan solo un
sentimiento. Es una escucha activa y un cumplimiento de todo lo que comporta y
exige la palabra del Señor.
•
Junto al retrato del creyente, el evangelio
ofrece en un segundo momento el retrato del no creyente. Este se
caracteriza porque no ama a su Señor. Y, en consecuencia, no se preocupa por
escuchar y guardar sus palabras.
•
En tercer lugar, Jesús explica que la palabra que escuchan sus discípulos no es
tan solo la de su Maestro. Es la misma palabra del Padre que lo ha enviado. Así
que la fidelidad del discípulo a la palabra de Jesús es un eco de la fidelidad
de Jesús a la palabra del Padre.
EL PADRE
Con todo, en el texto evangélico que hoy se
proclama es más llamativa aún la frecuencia con la que se evoca al Padre. Su
identidad y su obra podrían resumirse, al menos, en estas seis afirmaciones de
Jesús:
•
El Padre ama a los que guardan la palabra de Jesús y la cumplen.
•
Junto con Jesús, el Padre hace morada en los fieles que aman y escuchan su
palabra.
•
El Padre se da a conocer por medio de la palabra que comunica a Jesús.
•
En nombre de Jesús, el Padre enviará a los discípulos el Defensor, el Espíritu
Santo.
•
El Padre que envió a Jesús es el destino final de su vida.
•
Porque el Padre es más que Jesús.
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