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Un pastor compasivo Mc 6,30-34 (TOB16-18)

“¡Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño!” (Jer 23,1). En la primera lectura de este domingo nos sorprende este lamento que el profeta Jeremías pone en la boca del mismo Dios. El Señor se preocupa por la suerte que amenaza a sus ovejas cuando los pastores no son responsables.
 Es verdad que, aun siendo silencioso, Dios no es neutral. De hecho, el Señor promete intervenir para reunir al resto de sus ovejas y conducirlas a sus dehesas. Además, las confiará a nuevos pastores que las libren del temor, de la dispersión y de los peligros. “Ninguna se perderá”, añade el oráculo.
En un día como hoy podemos proclamar con el salmo la misericordia que nos salva: “El Señor es mi pastor, nada me falta” (Sal 22). 
En la carta a los Efesios se nos recuerda que Jesucristo ha venido a derribar el muro de enemistad que separaba a Israel de los demás pueblos. Esa consideración de la paz y del encuentro entre todos los hombres es hoy más necesaria que nunca.

EL DESCANSO Y LA CURIOSIDAD
El evangelio del domingo pasado nos decía que Jesús envió a sus discípulos a predicar, a liberar de los demonios a las gentes y a sanar a los necesitados.  En el texto que hoy se proclama (Mc 6,30-34) contemplamos el retorno de los discípulos, que dan cuenta a su Maestro de lo que han hecho y enseñado. 
• En primer lugar, vemos que Jesús tiene la delicadeza de llevarlos a un lugar solitario, con el deseo de que puedan descansar de su misión.    
• Pero el texto anota que las gentes reconocen a Jesús y a sus discípulos. Se sugiere con esa observación que el Maestro y sus discípulos suscitan curiosidad.
 • Los que reconocen a Jesús no quedan anclados en su comodidad y en su rutina. Se ponen en camino y se adelantan por tierra hasta el lugar donde ellos pretendían descansar.

LA ORFANDAD Y EL ENCUENTRO
Al desembarcar, Jesús vio a la multitud y se compadeció de ella, “porque andaban como ovejas que no tienen pastor”. Esta observación convierte a este texto en un testimonio muy actual. Como ha escrito el papa Francisco, “la mentalidad mundana nos engaña, nos atonta y nos vuelve mediocres, sin compromiso y sin gozo” (Gaudete et exsultate, 159). 
• “Como ovejas sin pastor”. Esa es una forma muy gráfica para describir la situación de las gentes  que salen al encuentro de Jesús. Ni la situación política ni los cultos de Jerusalén podían ofrecer a las gentes verdadero amparo y esperanza.
• “Como ovejas sin pastor”. Así parece caminar en su orfandad una gran parte de la humanidad de hoy, seducida por la apariencia de las modas y el consumo y alejada de la búsqueda de la espiritualidad y del sentido de la vida. 
•  “Como ovejas sin pastor”. Esa parece la situación de muchas personas bautizadas, que durante un tiempo han declarado ser creyentes no practicantes para terminar avergonzándose hasta de parecer creyentes.

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