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I domingo Adviento, ciclo C

Los astros temblarán (ADVC1-12) por JR Flecha



El primer domingo de Adviento repite las ideas que veníamos meditando durante las dos semanas anteriores. Se diría que el nuevo año litúrgico empalma directamente con el final del año anterior.  El eslabón que une esos dos extremos es la esperanza. La pequeña y tenaz esperanza que supera el temor ante la caducidad de las cosas de este mundo. 
En muchas culturas antiguas los astros eran objeto de adoración. De ellos dependía la vida. Eran lejanos e inaferrables. Y sin embargo, su luz iluminaba a los hombres y marcaba el ritmo de la vida y de los tiempos. No podemos extrañarnos de ellos. También hoy hay mucha gente que mira a los astros tratando de leer en ellos su propia suerte.
Además, en nuestro tiempo, se suele calificar como astros y estrellas a quienes sobresalen en el mundo del espectáculo. Son personas que atraen las miradas de los demás. Se crean perfumes que llevan su nombre. Las gentes tratan de imitarlas en la forma de vestir. Y hasta en las opciones religiosas que las caracterizan.

SE ACERCA VUESTRA LIBERACIÓN

El evangelio que  hoy se proclama (Lc 21, 25-28.34-36) anuncia que un día los astros temblarán. Con ellos se insinúa que es inútil depositar la confianza en lo que parece más estable en todo el universo. El verdadero creyente no puede atribuir a las cosas creadas un valor absoluto y definitivo.
Es muy interesante la observación de los sentimientos humanos que el texto revela. Ante el temblor de los astros, es decir, de lo que se considera más firme, la reacción espontánea es el temor: “Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros temblarán”.
Ante ese sentimiento, el evangelio contrapone una actitud de confianza: “Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación”. Es verdad que la confianza requiere vigilancia y ascetismo. No dejarse embotar por el vicio,  mantenerse despiertos y pedir la fuerza necesaria.
Pero nadie se esfuerza por nada y para nada. El evangelio concluye dirigiendo la mirada hacia la venida del Hijo del Hombre. La manifestación del Señor de la historia nos libera del temor, orienta nuestra esperanza y nos proporciona una razón más que suficiente para la rectitud moral, para la vigilancia y la oración.

EL HIJO DEL HOMBRE

• “Suscitaré a David un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra”. Esas palabras de Jeremías (33, 14-16)  son la promesa clave de este primer domingo del Adviento. Este tiempo litúrgico nos recuerda que nuestra vida está marcada por el signo de la esperanza.

• “Suscitaré a David un vástago legítimo”. El profeta Natán había prometido al rey David que Dios le dará una casa y una descendencia real. La tradición cristiana ha visto en Jesús la realización de aquella promesa. Jesús es el descendiente de David que los siglos esperaron. Y cuya venida anunciamos y preparamos cada día.

• “Hará justicia y derecho en la tierra”. La experiencia nos dice que en nuestro mundo parecen triunfar la impostura y la corrupción, la maldad y la mentira. Pero nuestros corazones no se dejan seducir.  Anhelamos  un futuro de libertad y derecho, de justicia y de paz. Pero ese amanecer ha de ser don de Dios y fruto de nuestra responsabilidad.

S. Andrés, apóstol (30 noviembre). ¿De Grecia a Escocia?

El Buey y la Mula en el portal. ¿Cuál es su origen?



"El buey reconoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no me conoce, mi pueblo no tiene entendimiento" Libro del profeta Isaías (Is 1,3)

Solemnidad Jesucristo, rey del universo (TOB34-12)

Su reino no tendrá fín (TOB34-12)

También en esta fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, la primera lectura de la misa está tomada del libro de Daniel. El profeta ve como un hijo de hombre que recibe de Dios poder real y un dominio que se extiende en el espacio y en el tiempo, para alcanzar a todo el universo y nunca tendrá fin (Dn 7,13-14).

El texto nos dice que el reino de Dios es concedido a los humanos, en contraposición con las bestias, antes mencionadas, Frente al poder salvaje, los santos del Altísimo recibirán el Reino. Los que han dado testimonio de su fe hasta el martirio serán coronados por Dios. Los hombres podrán recuperar su dignidad y su libertad frente a lo inhumano de este mundo.

Ahora bien, la tradición cristiana ha atribuido a esa visión un significado mesiánico. Según esa interpretación, el profeta anunciaría la llegada de un mesías salvador. Elegido por el mismo Dios, sometería la arrogancia de los poderes de este mundo. Su autoridad aportaría a la humanidad una paz estable y universal.

EL REINO Y LA VERDAD

El evangelio de Juan que hoy se proclama recoge un momento culminante del proceso romano a Jesús (Jn 18,33-37). Pilato le dirige cuatro preguntas para tratar de averiguar qué tipo de realeza se atribuye aquel judío que han traído hasta su tribunal. Las preguntas del gobernante se sitúan en un nivel político. Le interesa mantener la calma en aquella tierra.

Las respuestas de Jesús van más allá del alcance de las preguntas. Jesús afirma haber venido al mundo para ser testigo de la verdad. No olvidemos que en griego el testigo se llama “mártir”. No es extraño que en los escritos paulinos se diga que Cristo hizo una hermosa confesión dando testimonio ante Pilato (1 Tim 6,13).

Cristo es testigo de la verdad que es él mismo (Jn 14,6). Por eso su reino no es impone a nadie. Es acogido por quienes aman la verdad. Todo el que es de la verdad escucha su voz (Jn 16, 37). No es la imposición el medio como se extiende su Reino, sino el ejercicio de la libertad del hombre y su responsabilidad ante la verdad que salva.

EL REINO Y EL MUNDO

Pero en la respuesta de Jesús hay otra frase que ha creado muchas dificultades a los creyentes: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí”. Siempre habrá que volver a repensar estas palabras.

• “Mi reino no es de este mundo”. A veces se entiende esta frase como si la fe alejase a los creyentes de las realidades de esta tierra. Y no es verdad. Jesús había dicho a Nicodemo que Dios había amado al mundo hasta entregarle a su Hijo. Como dice San Agustín, su Reino se encuentra en esta tierra, pero no es de esta tierra. Los discípulos del Maestro aman este mundo con sinceridad, con responsabilidad y con una admirable libertad.

• “Mi reino no es de aquí”. Jesús no tiene una guardia armada para defenderlo. Su mensaje no se impone por la fuerza. La pasión con la que Pedro desenvaina una espada es reprendida por Jesús (Jn 18,10). No pertenecen al reino de Jesús los que antes o ahora tratan de imponer la verdad por medio de la violencia o de la coacción. O por medios más sutiles, como la concesión de beneficios y prebendas.

La venida del Hijo del hombre

La justicia humana no siempre responde a la verdad. En tiempos de persecución, la profecía del libro de Daniel invita a los creyentes en el Dios de la alianza a vivir aguardando la justicia de Dios: “Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por la eternidad” (Dn 12,3).
Esa sabiduría no es la erudición de los estudiosos. No es cuestión de saberes, sino de sabores. Los sabios son los que han sabido escuchar la voz de Dios y vivir de acuerdo con sus orientaciones. Los que enseñaron a otros la justicia, son quienes les ayudaron a descubrir al Dios justo y misericordioso.
En los tiempos antiguos, en muchas culturas se adoraba a los astros del cielo. La antigua profecía sugiere el fin de toda idolatría. De hecho, sustituye a las estrellas del cielo por los que aceptaron la voluntad de Dios, la cumplieron y enseñaron a otros a cumplirla. Su luz brilla con más fulgor que la de los astros.
 
SEÑOR Y JUEZ DE LA HISTORIA
En el evangelio que hoy se proclama, Jesús orienta la atención de sus discípulos hacia un futuro de plenitud y de gracia (Mc 13, 24-32). El Señor se manifestará un día como Señor y juez  de la historia. En el Credo afirmamos que Jesucristo “vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos”. 
La expectación de esa venida-manifestación anunciada por Jesús desencadena actitudes contrapuestas de temor y de esperanza, de curiosidad y de paz. Sobre todo, ha de motivar algunas actitudes como la conversión, la vigilancia y la oración. Los amigos de Jesús son continuamente exhortados a vivir siempre aguardando la venida de su Señor. 
El texto evangélico anuncia también la caída de los astros: “El sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán”. Los cristianos de Roma, a los que  se dirigía este mensaje, debieron de entender que había llegado el fin de toda idolatría.
EL UNIVERSO Y LA PALABRA
 Los cristianos de todos los tiempos se han preguntado con curiosidad cuándo se manifestará el Señor. Temen que el mundo tenga un final, en lugar de alegrarse por el fin y la finalidad que el Señor indica a nuestra actividad en el mundo.
A nuestras inquietudes, Jesús responde con la parábola de la higuera. Cuando brotan las yemas en sus ramas, entendemos que está cerca el verano. Cuando en el mundo veamos la caída de nuestros ídolos es que está cerca el Reino de Dios. Jesús ha empeñado su palabra: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.
• “El cielo y la tierra pasarán”. Hemos puesto nuestra confianza en el universo, en la naturaleza, en el progreso, en la técnica que manipula cielos y tierra. Pero todo es efímero y caduco. La espera del Señor orienta nuestra vida y juzga nuestras estructuras.
• “Mis palabras no pasarán”. La palabra del Señor es luz para el espíritu. Y es también antorcha que nos ayuda a discernir los logros y fracasos del progreso. Su palabra nos juzga y nos alienta. No hay salvación sin Salvador.

Adviento, tiempo de silencio

Tiempo de Adviento (canción de Orlando Ponce)

Benedicto XVI y el Adviento

Las homilías de Benedicto XVI en las Primeras Vísperas del I Domingo de Adviento (casi todos los años) son el referente anual para situar a los cristianos ante el tiempo de preparación a la Navidad.
26 de noviembre de 2005:  ¿Qué venida del Señor esperamos? (leer)
2 de diciembre de 2006: Dios viene, significado teológico del verbo venir (leer)
1 de diciembre de 2007: Tiempo de esperanza (leer)
29 de noviembre de 2008: Señor, ven deprisa (leer)
28 noviembre 2009: Tiempo de venida, visita y espera (leer),
27 de diciembre de 2010: Dios viene hecho hombre (leer)

Juan Pablo II y el Adviento


El beato Juan Pablo II dedicó las Audiencias de los miércoles de su primer Adviento como Papa para reflexionar sobre este especial tiempo litúrgico. Son unas breves y profundas meditaciones organizadas de las siguiente manera:
Primera: La realidad del hombre (6 diciembre 1978) (LEER)
Segunda: Por qué viene el Señor (13 diciembre 1978) (LEER)
Tercera: El Señor está cerca (20 diciembre 1978) (LEER)

La grandeza de la ofrenda del pobre (TOB32-12) por Fano

El icono de la viuda (TOB32-12)

En el mundo pretendidamente desarrollado hay numerosas viudas que acaparan la atención de los medios de comunicación. Y no sólo por el relieve social que hayan tenido sus maridos o por las circunstancias dramáticas o heroicas de su muerte. No. Ellas son las verdaderas protagonistas por su brillante papel en los negocios o en el mundo del arte.

Pero en las sociedades antiguas, la viuda era el símbolo de la pobreza, del abandono social y de la incapacidad de decisiones importantes. Por eso en el mensaje bíblico se insiste con frecuencia en la necesidad moral de prestar atención y ayuda al huérfano y a la viuda. Esa atención había de ser el signo de la providencia divina sobre los más débiles.

Al acoger a Elías, la viuda de Sarepta se convierte en una imagen de la fe. Vive en una región pagana, pero reconoce al profeta como un enviado del único Dios. Su disponibilidad para la acogida hace de ella un modelo de humanidad. Su don parece un preludio de la muerte, pero es en realidad un signo de vida y de esperanza (1Re 17, 10-16).

LA VISIÓN DEL PROFETA

El evangelio presenta a Jesús como un verdadero profeta. Lo manifiesta, en primer lugar, con sus palabras sobre los escribas. Dicen ocuparse de la Ley del Señor, mientras que sólo se ocupan de sí mismos. Parecen servir a Dios cuando en realidad se sirven de Dios para alcanzar privilegios sociales. No son religiosos, son ateos disfrazados (Mc 12,38-44).

Sin embargo, Jesús se manifiesta como profeta sobre todo por su forma de “ver la realidad”. Sentado en la estancia donde se reciben las ofrendas al templo de Jerusalén, escucha un día las declaraciones de los oferentes. Los ricos depositan grandes cantidades de dinero. Una viuda se acerca y entrega dos monedas insignificantes.

Los asistentes ven el exterior. Pero Jesús ve los hechos y su significado. Sabe que las grandes cantidades de los ricos son parte de lo que les sobra en la vida. La humilde oblación de la viuda es “todo lo que tiene para vivir”. Como la viuda de Sarepta, también esta viuda anónima acepta el riesgo de muerte que supone toda verdadera donación.

LA POBREZA Y LA MISIÓN

En un momento en el que se plantea la necesidad y la urgencia de una nueva evangelización, es posible ver en la viuda del templo el icono de la Iglesia. A ella han de aplicarse las palabras proféticas de Jesús: “Esta que pasa necesidad ha echado todo lo que tenía para vivir”.

• “Esta que pasa necesidad”. Los medios de comunicación presentan a la Iglesia como una inmensa potencia económica. Y con frecuencia airean asuntos de dineros que resultan escandalosos. Al tullido que pedía limosna a la puerta del templo de Jerusalén, Pedro le dijo: “No tengo plata ni oro; pero lo que tengo te doy: en nombre de Jesucristo Nazareno, ponte a andar” (Hech 3,6). La pobreza forma parte de la vocación y la misión de la Iglesia.

• “Ha echado todo lo que tenía para vivir”. En la tarea de la evangelización no son más eficaces las grandes cantidades y los extraordinarios medios de la publicidad y de la técnica. La Iglesia sabe que está llamada a entregar todo lo que tiene para vivir. Cree que el humilde óbolo de la viuda es observado por el Señor de la historia. Y repite una y otra vez que el gesto más humilde de un verdadero creyente se semilla de evangelio.

Modelo de vela de Adviento para montar

El modelo está copiado en más de un blog. Creo deducir que su origen es la infancia misionera pero no lo tengo confirmado. No obstante me parece una vela original

Conocer mejor el Adviento

Calendarios Adviento 2012 Ciclo C




Adviento en puzzles (aún hay más)

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