Enlaces a recursos sobre el AÑO LITÚRGICO en educarconjesus

Cuando vengas Mt 24,37-44 (ADV1-19) Oración

“Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor”.

Señor, con mucha frecuencia me encuentro a mí mismo evocando el tiempo de tu primera venida. Me gusta pensar que los ángeles la dieron a conocer a los pastores. Evidentemente, Dios tiene unos planes muy distintos de los nuestros y elige como testigos a los que ningún tribunal humano hubiera aceptado como tales.
Ahora tú vienes también a nuestra realidad concreta, pero nosotros tratamos de ignorarte. Yo trato de ignorarte. Allá en el fondo de mi corazón, estoy convencido de que acogerte implicaría cambiar totalmente la orientación de mi vida. Y a eso parece que no estoy dispuesto.
He encontrado por el mundo muchas gentes sencillas, que aceptan con normalidad las señales de tu presencia entre nosotros. Y me siento confundido ante la limpieza de su corazón.
Pero los evangelios nos recuerdan también que tú anunciaste a tus seguidores una futura venida. No sabemos cuándo será el día. Tú solo les pedías que se mantuvieran en vela.
He de confesar que durante mucho tiempo he interpretado tus palabras como si fueran una seria prevención para huir del mal y de todas sus seducciones. Me horrorizaba pensar que al llegar podrías encontrarme polvoriento y enfangado.
Ahora me gusta entender tus palabras como una invitación a observar los signos de tu presencia. Eso creo. Cualquier día es y puede ser el día de tu venida. Cualquier día de mi vida puede ser el día de tu manifestación.

Un rey misericordioso Lc 23,35-43 (TOC34-19) Cristo Rey

“Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver al rey, y el rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel”.  David había ya sido ungido como rey de Judá (2 Sam 2,4). Ahora el texto bíblico nos dice que las gentes del norte le ofrecen también reinar sobre Israel. 
Los ancianos apoyan su decisión en la promesa que el mismo Dios había hecho a David: “Tú serás el pastor de mi pueblo, Israel, tú serás el jefe de Israel”. De alguna forma, el relato nos recuerda la alianza que Dios había hecho con todo su pueblo.
En esta nueva etapa de su reinado, David traslada su residencia de Hebrón a Jerusalén. Y a la fortaleza y la armonía de la Ciudad Santa se refiere el salmo responsorial: “Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta” (Sal 121,3).
En la segunda lectura, san Pablo nos ayuda a ver en Jesús la culminación del reinado de David. De hecho, Dios Padre nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido” (Col 1,13).    

LOS LEJANOS
En el evangelio (Lc 23,35-43) se insiste por tres veces en la paradójica realeza de Jesús, un crucificado junto a dos malhechores. Las dos primeras referencias responden a unos testigos lejanos, seguramente extranjeros y ciertamente paganos, que no pueden entender ni aceptar el sentido de lo que ellos mismos han contribuido a llevar a cabo.
•  En primer lugar toman la palabra los soldados que han sido elegidos para practicar el cruel tormento de la crucifixión: “Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”. Es evidente que esa frase está cargada de ironía. Piensan que el condenado es un pobre iluso. Pretende ser rey, pero sus imaginados súbditos no han aparecido para defenderlo.    
• En segundo lugar, sobresale el letrero en tres lenguas que Pilato ha ordenado colocar sobre la cruz: “Este es el rey de los judíos”. De haber creído en él, los judíos lo habrían calificado como “El rey de Israel”. Pero el gobernador romano desprecia a Jesús. Y al mismo tiempo humilla a los judíos, que atribuyen a aquel  pobre hombre la pretensión de ser rey.

Y EL CERCANO
Junto a los comentarios de los testigos lejanos al ambiente de Jesús, en tercer lugar el evangelio de Lucas recoge el ruego de uno más cercano a su ambiente.
Podemos imaginar algunas notas que lo caracterizan. Seguramente es un judío que conoce las expectativas de su propio pueblo.  Es uno los malhechores condenado a muerte, pero reconoce que merece el castigo. Además, parece haber oído a Jesús pedir al Padre el perdón para quienes lo condenaban.  Eso motiva el diálogo entre el Maestro y su último discípulo:
• “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. En la súplica de este malhechor   resuena el Antiguo Testamento. En su fe se manifiesta la esperanza de Israel. Él intuye que el Reino de Dios está llegando en la persona de Jesús, el Justo crucificado junto a él. Con su oración se hace eco de las gentes de su pueblo, que durante siglos pedían a Dios que se acordase de ellos.
• “Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso”. La respuesta de Jesús refleja la gran certeza que abre el Nuevo Testamento: el Reino de Dios ha llegado ya. En realidad, ese Reino evoca la armonía del paraíso primordial. Y Jesús, el Justo injustamente ajusticiado, se revela como el nuevo Adán. Es el Rey misericordioso que reina desde la cruz. Ha llegado la nueva creación.

El juicio y el testimonio Lc 21,5-19 (TOC33-19)

“A vosotros, los que teméis mi nombre, os iluminará un sol de justicia y hallaréis salud a su sombra”. Este texto del profeta Malaquías anuncia el día del Señor. Un día ardiente como un horno. Así será el juicio de Dios sobre los hombres y sobre la historia. Los malvados serán como la paja que consume el fuego. Pero a los justos, ese mismo fuego les proporcionará un calor saludable y luz para el camino (Zac 3,20).
De esa profecía se hace eco el salmo responsorial de este domingo. De nuevo aparece la visión del juicio de Dios sobre la historia y sobre el proceder de cada persona. “El Señor llega para regir la tierra, para regir a los pueblos con rectitud” (Sal 97,9).
La consideracion del juicio de Dios sobre el mundo debio de dejar impresionados a los fieles de Tesalónica. Sin duda pensaban que el juicio estaba ya muy próximo. Tanto que algunos vivían desordenadamente y habían dejado de trabajar. San Pablo repite lo que ya había ordenado antes: “Que si alguno no quiere trabajar, que no coma” (2 Tes 3,7-12).   

 CURIOSIDAD Y FIDELIDAD
El evangelio que se proclama en este penúltimo domingo del año litúrgico (Lc 21,5-19) nos recuerda que algunos contemporáneos de Jesús se quedaban admirados por la belleza del templo de Jerusalén, que desde los días de Herodes el Grande estaba siendo reconstruido con magnificencia.
Sin embargo, Jesús les advierte sobre la caducidad de todas las obras humanas: “Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida”. El anuncio suscita la curiosidad de los oyentes. Desearían saber cuándo va a ocurrir ese desastre.  Pero Jesús se niega a ofrecer una respuesta sobre esa fecha.
De todas formas, el texto incluye una lista de fenómenos cósmicos y sociales que inducirán a muchos a pensar que se acerca el final de los tiempos. Además, Jesús anuncia las persecuciones que habrán de afectar a los que le siguen.
Serán denunciados hasta por sus mismos familiares. Y, al igual que el mismo Jesús, habrán de comparecer ante las autoridades religiosas y civiles. Pues bien, todo lo que puedan sufrir por causa del nombre del Señor, tendrán que verlo como una ocasión para dar testimoniono de su fe y de su fidelidad al Maestro. 

AVISOS PARA EL CAMINO
La pregunta de los curiosos se ha ido repitiendo a lo largo de estos 2000 años de cristianismo. A muchos les interesa saber el cómo, el dónde y el cuándo de los acontecimientos. Los seguidores de Jesús le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo va a ser eso?”. En lugar de responder, Jesús nos dejó tres avisos para el camino:
• “No vayáis tras ellos”. Muchos vendrán recordando todos los fenómenos que suelen atemorizar a las gentes y se presentarán  como el Mesías enviado por Dios.  Los seguidores de Jesús no deberán prestar atención a esos pretendidos salvadores de la humanidad. La salvación está en seguir al Señor.
 • “No tengáis pánico”. Siempre habremos de vivir en un tiempo de contradicción y persecución. Si queremos de verdad seguir  a Jesucristo tendremos que contar con calumnias y acusaciones de todo tipo. Pero hemos de superar el temor y aprender a remar contra corriente. Ser testigos implica estar ahí y ser diferentes.  
• “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. Salvar el alma es seguir al Salvador de nuestras vidas. Salvar el alma es descubrir el sentido de la vida y tratar de realizarlo y celebrarlo un día tras otro. El pensamiento sobre el futuro nos exige un compromiso de verdad y fidelidad en el presente. 

Moverse por redes sociales. Manual básico

Las Escuelas Católicas presentan este librito de 38 páginas muy interesante para el mundo actual y para el escolar, en particular (para leerlo pinchar REDES SOCIALES)



Trabajar los espacios vacíos desperdiciados, los silencios que hablan, la ausencia de Dios... En definitiva, un corto para trabajar las emociones, en especial, sobre la vida y la muerte. CLIC en VER ALGUNAS CLAVES

Creados para la vida Lc 20,27-38 (TOC32-19)

“Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el rey del universo nos resucitará para una vida eterna”. Así interpela al rey Antíoco IV Epífanes uno de los siete hermanos que fueron condenados a muerte por aquel tirano que pretendía hacerlos renegar de su fe (2 Mac 7,1-2.9-14).
Como se ve, el texto contiene varias contraposiciones. Por un lado aparece un rey temporal, mientras que el joven pone su confianza en el Rey celestial. El primero impone un decreto de muerte, mientras que Dios ofrece su ley de vida. Antíoco condena a muerte a los creyentes, pero el Señor resucita a sus fieles para  la vida eterna. 
En el salmo 16 esa certeza se manifiesta como una confesión de fe y un grito de esperanza: “A la sombra de tus alas escóndeme. Yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante”.
Y, por otra parte, san Pablo recuerda a los fieles de Tesalónica que el Padre nos ha amado y nos ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza. Amar a Dios y esperar en Cristo: esa es la respuesta del creyente (2 Tes 2,15-3.5). 

LA MUERTE Y LA VIDA 
El evangelio de este domingo 32 del tiempo ordinario retoma la idea de la resurrección, tan discutida en tiempos de Jesús. Sabemos que los fariseos la admitían. Y también la admitía Marta, la hermana de Lázaro. Pero, a pesar de que ya había entrado en la conciencia del pueblo en la época de los Macabeos, los saduceos seguían rechazándola.
Pues bien, unos saduceos se acercan a Jesús y le cuentan la leyenda de una mujer que había tenido siete maridos. Su relato recuerda lo que se atribuía a Sara, la joven destinada a convertirse en la esposa de Tobías (Tob 7,11). Los saduceos preguntan cuál de aquellos hombres sería el verdadero esposo de la mujer que se había casado con todos ellos. 
Jesús responde afirmando que la vida temporal está condicionada  por la muerte. La caducidad humana impone la reproducción. Pero en la vida futura, libre ya de la muerte, no es necesario el matrimonio. “Los que sean juzgados  dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán, pues ya no pueden morir, son como ángeles”.
 Es más, Jesús añade que “son hijos de Dios porque participan en la resurrección”. Por tanto, parece que el ser hijos de Dios no es un punto de partida, sino el final de un camino de fe, de esperanza y de amor.

DIOS DE VIVOS
Pero ¿cómo puede explicar Jesús esta convicción a los que están acostumbrados a leer las Escrituras? Imitando las discusiones habituales entre ellos, Jesús afirma que la fe en la resurrección se apoya en los relatos sobre los antiguos patriarcas. Basta recordar que Dios es el Señor de Abrahán, de Isaac y de Jacob. De esa memoria colectiva se deducen dos certezas:
• “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”. La afirmación sobre el destino del hombre depende de la afirmación sobre Dios. Dios nos ha creado para la vida. Para esa vida que brota de él y que ha de culminar en él. Sin embargo, la pregunta sobre lo que el hombre es y lo que va a ser de él difícilmente se podrá responder si se ignora a Dios.
• “Para Dios todos están vivos”. Conocemos los ritos funerarios de muchas culturas antiguas y actuales. En todos ellos se refleja el amor que une a los vivos con sus difuntos. Si amamos a una persona deseamos mantenerla en vida. La fe nos dice que Dios es amor. Nos ha creado por amor y su amor nos mantiene en vida para siempre junto a él.

Órdenes y Congregaciones Religiosas

En fechas recientes nuestro amigo César (auladereli) compartía un enlace muy interesante de "Catholic Link" para acercarnos a las 9 grandes Órdenes o Congregaciones religiosas de manera sencilla y clara. Carmelitas, Agustinos, Dominicos, Misioneras de la Caridad, Salesianos, Benedictinos, Jesuitas, Cartujos y Franciscanos.

Mediante un esquema modelo nos acerca a siete datos principales de todas ellas: Fundador/a, Lema, Tipo, Hábito, Escudo, Características de la espiritualidad y Santos Conocidos. Además acompaña con un dibujo de su Fundador/a. Como muestra esta ficha sobre las Carmelitas. Si queréis acceder a las demás pincha en CATHOLIC LINK ÓRDENES-CONGREGACIONES RELIGIOSAS.


Guía para actuar en caso de acoso escolar

He aquí otra guía práctica de Escuelas Católicas para tener en cuenta en casos de acoso escolar, muy interesante a la par que recomendable (si quieres leerla pincha GUÍA PARA ACTUAR EN CASO DE ACOSO ESCOLAR). Estructura:

Introducción 8

1. Algunas aclaraciones previas 11
1.1. Acoso escolar 12
1.2. Discriminación 12
1.3. Acoso escolar en redes (ciberacoso o ciberbullying) 13

2. Detección, indicadores y criterios a considerar 17
2.1. Mitos o tópicos 19
2.2. Ley del silencio 21
2.3. Indicadores 22
2.3.1. Indicadores en las supuestas víctimas 22
2.3.2. Indicadores en el entorno del centro 24
2.3.3. Indicadores para identificar a alumnos potencialmente agresores 25
2.4. Tipos de violencia 27
2.5. Tres criterios para considerar un comportamiento como acoso escolar 28

3. Cómo diagnosticar un posible caso de acoso escolar 31
3.1. Detección y comunicación 35
3.2. Recogida de información y análisis de la situación 35
3.3. Informe 38
3.4. Valoración de la gravedad, alcance e intervención 39

4. Protocolo de actuación en caso de confirmación de acoso escolar 43
4.1. Medidas pedagógicas y pastorales 44
4.1.1. Tutorías individualizadas y acompañamiento al menor agredido 44
4.1.2. Tutorías individuales y acompañamiento al agresor o agresores 46
4.1.3. Sesiones educativas con el grupo-aula completo 48
4.1.4. Encuentros con las familias 53
4.1.5. Otras estrategias a corto y medio plazo a tener en cuenta en el centro 54
4.2. Medidas jurídicas 55
4.2.1. Con relación a los alumnos implicados 55
4.2.2. Otros aspectos a considerar 57
4.3. Medidas para la comunicación 61
4.3.1. Agilidad, transparencia y veracidad 62
4.3.2. Valoración del alcance de la crisis 63
4.3.3. Detección de los públicos afectados 64
4.3.4. Mensajes que hay que transmitir 65

5. Medidas concretas en caso de acoso escolar en redes sociales 69
5.1. Medidas pedagógicas y pastorales 73
5.2. Medidas jurídicas 76
5.3. Medidas para la comunicación 76

6. Seguimiento y evaluación 79
6.1. Ámbito pedagógico y pastoral 80
6.2. Ámbito jurídico 83
6.3. Gestión de la comunicación en la "postcrisis" 84

7. Prevención 87
7.1. Medidas pedagógicas y pastorales 89
7.1.1. Planes vertebradores en una cultura de convivencia 89
7.1.2. Ámbitos y acciones clave comunes 92
7.2. Prevención jurídica 101
7.2.1. Información sobre consecuencias jurídicas de determinadas actuaciones 101
7.2.2. Código de buena conducta o buenas prácticas 103
7.3. Plan de Comunicación de Crisis 104
7.4. Prevención en redes sociales 106

8. Bibliografía y enlaces de interés 109

9. Anexos 117

Ponle cara Lc 19,1-10 (TOC31-19)

El buscador buscado Lc 19,1-10 (TOC31-19)

“Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho…  Corriges poco a poco a los que caen; alos que pecan les recuerdas su pecado, para que  se conviertan y crean en ti, Señor”. Esta oración que se encuentra en el libro de la Sabiduría confiesa el amor con que Dios cuida de todo lo creado y la paciencia con la que espera al pecador (Sab 11, 22-12,2).
El Creador se siente responsable de su creación. Dios no odia nada de lo que ha creado. No puede odiar al ser humano, al que ha creado a su imagen y semejanza. Así se entiende la corrección divina. Dios corrige al pecador porque lo ama. Su justicia se identifica con su miseicordia y su poder solo puede entenderse como una manifestación de su misericordia.
El salmo responsorial recuerda los atributos con los que Dios mismo se había presentado a Moisés: “El Señor es clemente y misericodioso, lento a la cólera y rico en piedad, el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas” (Sal 144,8-9). Por eso, los cristianos no deberían temer la venida del Señor (2 Tes 2,2).

TRES ACTOS DE UN ENCUENTRO
El domingo pasado el evangelio de Lucas evocaba la oración de un fariseo y la de un publicano. En este domingo se recuerda el encuentro de Jesús con Zaqueo, un jefe de los publicanos y rico (Lc 19,1-10). En este relato se pueden distinguir tres pasos.
• En el primer paso vemos a un cobrador de impuestos que desea ver a Jesús que llega a la ciudad de Jericó. Sin ser consciente de ellos, Zaqueo es nos presenta como un buscador de Dios. Sin embargo, su baja estatura constituye una dificultad pera verlo cuando pase rodeado de gentes que si duda lo seguirán por el camino.
• En el segundo paso Zaqueo encuentra un medio para superar su dificultad. Va a la entrada de la ciudad y sube a una especie de higuera. Pero el buscdor ha sido ya buscado por Jesús. Adán se habia escondido entre los árboles y allí lo encontró Dios.  Zaqueo se esconde en un árbol, pero Jesús lo encuentra y se invita a alojarse en la casa.
• El tercer paso lo da Zaqueo. La alegre acogida que presta al Maestro suscita la murmuración de algunos. Pero, sin prestar atención a las críticas, Zaqueo promete entregar la mitad de sus bienes a los pobres y restituir cuatro veces más de lo que ha podido robar o defraudar a los contribuyentes
Los pasos de Zaqueo son los mismos que ha de recorrer el creyente en el camino de la fe y la conversión: buscar a Jesús, acogerlo en la propia vida, compartir con los pobres y practicar la justicia. 

EL HALLAZGO Y LA ALEGRÍA
Pero junto a estos pasos, el evangelio recoge tres declaraciones de Jesús en casa de Zaqueo. En ellas se refleja y resume la misión del Mesías:
• “Hoy ha sido la salvación de esta casa”. Jesús es el Salvador. Con ese nombre lo había anunciado el evangelio de Lucas (Lc 1,31).  Jesús no proclama que el pecado de Zaqueo ha dejado de ser pecado. Pero él no ha buscado al pecador para echarle en cara su pecado sino para traerle la alegrñia de la salvación.
• “También éste es hijo de Abrahán”.  Según el mismo evangelio de Lucas, Jesús había dicho que, después de su muerte, el pobre Lázaro fue acogido en la compañía de Abrahán (Lc 16,22). Ahora se dice que, después de su conversión, también el rico Zaqueo pertence a la familia espiritual de Abrahán.
• “El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. Evocando una oveja, una moneda y un hijo que se va de casa, este evangelio de Lucas ha recogido las tres parábolas de las pérdidas y la búsqueda, el hallazgo y la alegría (Lc 15). Es claro que la búsqueda del hombre, que se había perdido resume la misión misma de Jesús.

Todos los santos Lc 19,1-10 (TOC31-19)

¿Los santos son hombres y mujeres que han abrazado con coherencia los valores del evangelio. Son los seguidores del Señor. Los ha habido en todas las épocas. Siempre los ha habido y siempre los habrá. Ellos nos demuestran la posibilidad de imitar el estilo de Jesús.
Junto a los santos canonizados están los otros. Aquellos cuya fama no ha trascendido más allá de su ambiente familiar o laboral. Los desconocidos por los medios de comunicación. Son hombres y mujeres que han seguido con sencillez y fidelidad su vocación y han manifestado la alegría de la gracia. Han vivido la fe, han contagiado la esperanza y han hecho del amor la norma de su vida. Y ello, no para ser simpáticos ni eficaces, sino porque así era Jesucristo.
Los santos y santas de Dios son los mejores hijos de la Iglesia. La prueba de que es posible vivir el proyecto de Dios. El icono más bello de la dignidad humana. Las arras  de la esperanza. El anticipo de la gloria que nos ha sido prometida.

CUANDO DIOS FELICITA
En esta solemnidad de Todos los Santos se proclama, una vez más el mensaje de las bienaventuranzas pronunciadas por Jesús.  
Las bienaventuranzas no son tan sólo una ética. Antes de nada nos revelan el rostro de Dios y el espíritu que animaba a Jesús. Nos dicen cuáles son las notas que caracterizan a los que forman parte de su Iglesia. Y nos orientan hacia la patria celestial. Con sus promesas de futuro recogen las mejores aspiraciones y esperanzas del corazón humano.
Las bienaventuranzas no desprecian la tierra en la que viven, trabajan y sufren los hijos e hijas de Dios. Pero nos invitan a no parcelar el corazón humano. A ver nuestra vocación en su integridad. A recordar que nuestra verdadera vocación y dignidad trasciende los logros de nuestras manos y supera el malogro que nos aflige.
Como escribía San Pedro Poveda, “las bienaventuranzas son el mejor resumen del Evangelio, el más firme sostén de nuestra fortaleza en la lucha por el cielo y la más perfecta regla de vida. Son el alma de la fe, de la esperanza y de la caridad”.

LA PROPIEDAD DEL REINO
San Agustín identifica la bienaventuranza de los pobres con la de los perseguidos por causa de la justicia. Las dos ofrecen la misma recompensa a dos actitudes que sólo en apariencia podrían ser diversas:
• “Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”. Los pobres en el espíritu no se conforman con las apariencias de riqueza, porque sólo en Dios tienen su tesoro. Han abrazado la libertad que capacita para vivir como hijos de Dios. A fin de cuentas, así era Jesús.
• “Dichosos los perseguidos por causa de la justicia porque de ellos es el reino de los cielos”. Los perseguidos por mantener el más alto ideal no se dejan chantajear por los que ofrecen los espejismos del tener del poder o del placer. También ellos han optado por la libertad.  A fin de cuentas, esa fue la suerte que le tocó a Jesús.
Pobres por amar la única riqueza. Perseguidos por amar la única verdad. A ellos se les ofrece la plenitud del Reino de Dios. Ellos   hacen visible la grandeza de ese Reino.