Enlaces a recursos sobre el AÑO LITÚRGICO en educarconjesus

¡Ven Señor Jesús! (ADVA1-13)

Estad Alerta Mt 24,37-44 (ADVA1-13)

por elrincondelasmelli.blogspot.com

San Andrés, apóstol (30 noviembre)






















(by dibujosparacatequesis.blogspot.com)

Adviento y Esperanza Mt 24-37-44 (ADV1-13)



Una vez más estamos en el tiempo de Adviento. Durante estas cuatro semanas preparamos la celebración de la fiesta del nacimiento de Jesús. Pero no sólo eso. El Adviento es el tiempo que resume toda nuestra vida. En este tiempo se nos invita a redescubrir la virtud de la esperanza. Y a vivir como quienes están de camino.
En este itinerario del Adviento nos acompañan, sobre todo, las figuras del profeta Isaías, de Juan el Bautista y de María la Madre de Jesús.
En este primer domingo, recordamos cómo Isaías invitaba a las gentes de su pueblo a marchar por las sendas del Señor, a repensar nuevas estrategias para la paz y a caminar a la luz del Señor. En ese camino había de encontrarse Israel con todos los demás pueblos de la tierra. La esperanza o es universal o no es esperanza (Is 2, 1-5).

ORACIÓN Y TAREA

En este nuevo año litúrgico leeremos el evangelio según San Mateo. En el texto que  hoy se proclama (Mt 24, 37-44) escuchamos este aviso: “A la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre”. En tiempos de Noé las gentes vivían despreocupadas y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio. El evangelio nos invita a vivir atentos y despiertos.
Con frecuencia vivimos olvidando lo que somos y lo que esperamos. Estamos llamados a vivir esperando la manifestación del Señor y la plenitud de su Reino. La esperanza nos exige vivir despiertos, atentos a los signos de los tiempos.
En la eucaristía repetimos con frecuencia la súplica con que se cierra el libro del Apocalipsis: “Ven, Señor Jesús”. Tendremos que preguntarnos si de verdad vivimos esperando, deseando y anticipando la manifestación del Señor. Orar bajo el signo de la esperanza, no significa manifestar nuestro descontento con la realidad de este mundo.
Al contrario. Como nos ha dicho el Concilio Vaticano II, “La espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo” (GS 39).

VIGILANCIA Y ESPERA

Hoy encendemos la primera de las velas en la corona del Adviento. A su luz, escuchamos las dos exhortaciones que nos dirige Jesús, también en nuestro tiempo:
• “Estad en vela porque no sabéis cuándo vendrá vuestro Señor”. Nos mantenemos despiertos, no por temor al que viene sino con la gozosa espera del que ama.  Además de velar y orar, dedicamos un momento a buscar algunos signos por los que el Señor nos indica el camino que hemos de seguir para anunciar y preparar su venida.
• “Estad preparados porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre”. Esta última frase no es una amenaza, sino una preciosa advertencia. En cualquier momento de la historia humana puede hacerse evidente que el Señor está con nosotros. Para el buscador de pepitas de oro cualquier momento puede ser el que cambie su suerte. Hay que estar atentos.

El año litúrgico de educarconjesus más cerca y más fácil

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Advent

Directorio de diócesis y Conferencia Episcopal Españolas

¿Cuántas veces queremos conocer recursos de compañeros de otros lugares o información variada tanto de otras diócesis como de la Conferencia Episcopal Española? Aquí tienes reunidas a todas ellas estructuradas en un orden geográficamente aproximado y agrupadas en sus respectivas archidiócesis por los colores. Si deseas tener cerca esta utilidad PINCHA AQUÍ

Actitudes en Adviento - Advent

EVANGELII GAUDIUM por el papa Francisco

El papa Francisco comparte su Exhortación Apostólica EVANGELII GAUDIUM (LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO) con el tema central del anuncio del Evangelio en el mundo actual y la dirige a toda la Iglesia con motivo de la clausura del Año de la Fe el 24 de noviembre de 2013. Un documento estructurado en 288 números distribuidos en:

INTRODUCCIÓN (nn. 1-18)
CAPÍTULO I- La transmisión misionera de la Iglesia (nn. 19-49)
CAPÍTULO II- En la crisis del compromiso comunitario (nn. 50-109)
CAPÍTULO III- El anuncio del Evangelio (nn.110-175)
CAPÍTULO IV- La dimensión social de la evangelización (nn.176-258)
CAPÍTULO V- Evangelizadores con espíritu (nn. 259-288)


Panel Adviento por Fano (color y blanco/negro)

Evangelios domingos Adviento ciclo A (dibujosparacatequesis)



Papa Francisco clausura el Año de la Fe

"La solemnidad de Cristo Rey del Universo, coronación del año litúrgico, señala también la conclusión del Año de la Fe, convocado por el Papa Benedicto XVI, a quien recordamos ahora con afecto y reconocimiento por este don que nos ha dado. Con esa iniciativa providencial, nos ha dado la oportunidad de descubrir la belleza de ese camino de fe que comenzó el día de nuestro bautismo, que nos ha hecho hijos de Dios y hermanos en la Iglesia... (LEER HOMILÍA COMPLETA)

Un rey diferente Lc 23,35-43 (TOC34-13)



“Hueso y carne tuya somos”. Con estas palabras se dirigen las tribus de Israel a David. Con ellas le anuncian que lo han elegido como rey. Y justifican su decisión, afirmando la comunión de origen y de destino que los unen al que ya reina en Hebrón (2Sam 5, 1-3).
Los enviados le ofrecen el reino con la esperanza de que logre reunir a todas las tribus. Su decisión se apoya, además, en la palabra que Dios mismo había dirigido a David: “Tú serás el pastor de mi pueblo, Israel, tú serás el jefe de Israel”.
Pero en el texto hay un tercer motivo. David ofrece un pacto a los representantes del pueblo. Evidentemente, el relato trata de sugerir que ese gesto del elegido como rey retoma y hace suyo el pacto que el Señor ha hecho con su pueblo. 
 
LA TENTACIÓN

Algún novelista ha escrito sobre la última tentación de Jesús. Según el evangelio, esa tentación no es precisamente la del placer. Tampoco es la tentación del tener. La última tentación del Mesías es la del poder. No tanto el dominio político como el poder bajar de la cruz (Lc 23, 35-43). Entre burlas y chanzas, los que le rodean se convierten en tentadores.
-  En primer lugar, hablan las autoridades y el pueblo, que parecen desconfiar de las pretensiones mesianicas de Jesús: “A otros ha salvado: Que se salve a sí mismo, si él es el mesías de Dios, el Elegido”. 
- En segundo lugar, hablan los soldados. Son extranjeros y seguramente paganos. Su burla no tiene un sentido religioso sino político.  Ofreciéndole vinagre, parecen desafiarle: “Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo”.   
- En tercer lugar, resuena en la escena el sarcasmo de uno de los malhechores colgados con Él. Si pretende que Jesús baje de la cruz es con el deseo de ser liberado también él de ese suplicio: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”.
La cruz es un desafío para las gentes de todos los tiempos. La fe, la política y el interés se unirán siempre para pretender que Jesús baje de la cruz. Y para obligar a los cristianos a que presenten una fe sin referencia a la cruz.

EL PARAÍSO 

Pero Jesús no bajó de la cruz. Entre la burla y la ironía, Pilató mandó escribir sobre ella: “Jesús Nazareno, Rey de los Judíos”. Y desde ella reina el Mesías de Dios. En torno a la cátedra de la cruz se desarrolla el último diálogo del Maestro con su último discípulo:
• “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. En la súplica del ladrón arrepentido resuena el Antiguo Testamento. En la fe de este malhechor se manifiesta la esperanza del Reino de Dios. Él lo ve llegar en Jesús, el Justo crucificado junto a él. Su oración se hace eco de los que durante siglos pedían a Dios que se acordase de ellos.
• “Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso”. La respuesta de Jesús refleja la gran certeza que abre el Nuevo Testamento: el Reino de Dios ha llegado ya. Ese Reino evoca la armonía del paraíso primordial. Y Jesús, el Justo injustamente ajusticiado, es el nuevo Adán de una nueva creación. Es el Rey que reina desde la cruz.

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Solemnidad Cristo Rey Lc 23,35-43 Sopa de letras


Tiempo de juicio Lc 25,5-19 (TOC33-13)



“Mirad que llega el día, ardiente como un horno”. Con estas palabras anuncia el profeta Malaquías la llegada del día del Señor. El día del Señor significa en el lenguaje de los profetas la revelación de Dios y también la manifestacion de su justicia. Sería un día de condena para los malvados y un día de salvación para los que honran el nombre del Señor (Mal 3, 19-20).
A primera vista, este anuncio de un día de revisión de la historia humana resulta bastante extraño para la mentalidad de nuestra sociedad secular. Y, sin embargo, en su encíclica sobre la esperanza, el papa Benedicto XXI ha afirmado que la meditación sobre el juicio es una de las escuelas de la esperanza.
También la filosofía moderna se subleva ante el espectáculo del holocausto y de los grandes genocidios. No se puede igualar la suerte del justo con la del malvado. Las canalladas desencadenadas por los sistemas de opresión no pueden quedar impunes. Nuestra razón nos impulsa a aguardar una justicia que no premie las grandes tiranías de la historia.

TIEMPO DEL DISCERNIMIENTO

También el evangelio de hoy nos invita a levantar nuestra vista para mirar al futuro (Lc 21, 5-19). No es el anuncio de la cercanía del fin del mundo. Es una exhortación a vivir el presente con ojos abiertos. Este no es tiempo para el temor sino para el discernimiento. Al menos tres contraposiciones resultan especialmente llamativas en el texto. 
-  En primer lugar, se confronta la mirada de “algunos” con la de  Jesús. Mientras ellos sólo ven la belleza del templo, Jesús descubre con realismo su debilidad. Sólo Dios es el Absoluto. Todo lo demás es relativo, incluidas nuestras estructiuras sociales y religiosas.
- En segundo lugar, se confronta el mensaje de los falsos profetas con el de Jesús. Son “muchos” los farsantes que usurpan el nombre y la dignidad de Jesús, diciendo “Yo soy”. Pero sólo él es la verdad y el humilde pregonero de la verdad. 
- En tercer lugar, resuenan dos terminantes prohibiciones de Jesús. El que había llamado a sus discípulos diciendo: “Sígueme”, dice ahora con firmeza: “No vayáis tras ellos”. El que siempre ha exhortado a sus discípulos  a confiar en él, les dice ahora: “No tengáis pánico”.

 TIEMPO DEL TESTIMONIO

Jesús no nos invita al optimismo, sino a la esperanza. Nos espera la persecución, aun por parte de los más cercanos. Jesús no anuncia el fin del mundo. Pero sí anuncia el fin de las relaciones y de las fidelidades. Y hasta el fin de nuestros proyectos y nuestra propia vida.
• “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. La esperanza desencadena en nosotros una fuerza imparable. La fuerza que se traduce en paciencia y tenacidad, en compromiso con nuestro mundo y en responsabilidad en nuestro trabajo.
• “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. Habrá tiempos recios y momentos de crisis. La esperanza que el Señor espera de nosotros nos lleva a permanecer fieles a su llamada y a dar testimonio de su presencia en nuestro propio ambiente.   
• “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. En tiempos de barbarie, de frívola comodidad y de nauseabunda apatía no podemos vender  nuestra alma. No podemos dejarnos arrebatar el tesoro de humanidad que Dios nos ha confiado.

Dios de vivos Lc 20,27-38 (TOC32-13)



“Vale la pena morir a manos de los hombres cuando se espera que Dios mismo nos resucitará”. Estas palabras que se proclaman en la primera lectura de la misa de hoy (2 Mac 7, 1-2. 9-14) son una auténtica confesión de fe. Son pronunciadas por uno de los jóvenes macabeos que fueron martirizados por Antíoco IV Epífanes por negarse a abandonar su fe.
Estas palabras son interesantes desde el punto de vísta de la ética social. Podrían ser invocadas hoy para resumir nuestras convicciones sobre la libertad religiosa. Nadie puede ser obligado a creer y a practicar una religión. Pero nadie ha de ser obligado a renegar de su fe y abandonar sus prácticas religiosas o los símbolos que las recogen y significan.
Pero, además, estas palabras son importantes desde el punto de vista del contenido mismo de la fe. El pueblo de Israel pensó durante mucho tiempo que el camino de la persona termina con la muerte. Muy lentamente se fue abriendo paso la admisión de la justicia de Dios en el más allá y la creencia en la resurrección.
La afirmacion de la resurrección de los muertos adquiere su firmeza en una época de persecución. A los que han dado la última prueba de su fidelidad, Dios no puede menos de mostrarse fiel. Él no puede ser menos generoso que el hombre. A quien ha entregado la vida por Él, Dios le devolverá una vida resucitada. 

VIDA TEMPORAL Y VIDA ETERNA

Pues bien, el evangelio recuerda la pregunta que dirigen a Jesús los saduceos, tan vinculados al culto en el Templo de Jerusalén. Cuentan a Jesús una inverosímil historia que nos recuerda la que se nos narra a propósito de Sara, la esposa de Tobías (Tob 7,11) y la prescripción de la ley del Levirato (Deut 25,5).
En la mente de los saduceos, la fe en la resurrección futura es ya una complicación para la vida presente. Si es que existe la resurrección, cuando vuelvan a la vida sus siete maridos, ¿de quién será esposa la mujer que se fue casando sucesivamente con todos ellos? Esa es la pregunta. La respuesta de Jesús contrapone la vida temporal y la vida eterna.
El matrimonio y la reproducción de la vida reflejan la necesidad impuesta por la muerte. Pero la vida futura, libre ya de la muerte, no impone la necesidad del matrimonio. En la respuesta de Jesús sobresale, por tanto, el mensaje de la fe. Los que sean dignos de la vida eterna son como ángeles: son hijos de Dios y participan en la resurrección.

AMOR Y CONFIANZA

Es interesante ver cómo el evangelio fundamenta la fe en la resurreccion sobre la revelacion de Dios a Moisés. El guía de Israel lo ha percibido como el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob”. En ese contexto se sitúan las palabras con las que concluye Jesús su respuesta.
• “No es Dios de muertos, sino de vivos”. La suerte del hombre depende de la afirmación de Dios. La pregunta sobre el ser humano y su destino difícilmente encontrará respuesta si se ignora a Dios. Dios nos ha creado para la vida. Para la vida que brota de él y que culminá en él.
• “Para Dios todos están vivos”. Cuando amamos a una persona querríamos mantenerla en vida. Hasta los ritos funerarios reflejan este anhelo. Pero lo que es imposible para el hombre es posible para Dios. Dios es amor. Y el amor es más fuerte que la muerte. Dios nos ha creado por amor y su amor nos mantiene en vida para siempre junto a Él.