“Yo hago
un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que
os acompañaron: aves, ganado y fieras; con todos los que salieron del arca y
ahora viven en la tierra!” (Gén 9,9-10). Con esas palabras, Dios promete a Noé
una alianza cósmica que tendrá como signo el arco iris.
El texto
termina anunciando que “el diluvio no volverá a destruir a los vivientes”. Pero
esa negación comporta la oferta preciosa de un don divino. Dios establece una
armonía entre el ser humano y su mundo. Esa armonía es el reflejo de la alianza
del Creador con toda su creación.
Ahora
bien, como en tantas otras ocasiones en la vida del hombre y en sus relaciones
con Dios, el don lleva consigo una tarea. Si Dios es fiel a su alianza, también
el ser humano ha de procurar aprender la fidelidad. Recibir el regalo de la
tierra, cuidarla y aprender a ver en ella el rastro de Dios. Sólo entonces su
vida podrá transcurrir en la armonía del paraíso.
EN EL
DESIERTO
En el primer domingo del tiempo cuaresmal
recordamos todos los años que al principio de su vida pública, Jesús fue tentado por Satanás. Los evangelios
de Mateo y de Lucas se detienen a narrar las tres tentaciones. El texto del
evangelio de Marcos (Mc 1,12-15) se refiere a ellas de una forma general. Pero
en su brevedad, incluye algunas notas muy importantes:
• “El
Espíritu empujó a Jesús al desierto”. En su bautismo, Jesús había sido
presentado por el Espíritu como el Hijo amado de Dios. Pero vivir como Hijo no
iba a ser fácil. El mismo Espíritu lo expulsa de su tranquilidad para llevarlo
al escenario de la prueba. Como a nosotros.
• “Jesús
se quedó en el desierto durante cuarenta días”. El desierto y los cuarenta días
nos recuerdan la experiencia religiosa de Moisés y de todo el pueblo de Israel.
Es ahí donde Jesús ha de comenzar a vivir su verdad y a revelarnos la honda
verdad del ser humano.
• “Jesús
se dejó tentar por Satanás”. Marcos no habla del ayuno de Jesús. Su prueba
consiste en encontrarse frente a frente con Satán. El Príncipe de la verdad y
de la vida se enfrenta al príncipe de la mentira y de la muerte. Esa es también
nuestra prueba.
EN EL
UNIVERSO
Hay una
cuarta nota, que sólo se encuentra en el evangelio de Marcos: en el desierto,
Jesús vivía entre alimañas y los ángeles le servían. Es decir, en el desierto
se nos revela el señorío de Jesús sobre el universo y sobre la historia. El
nuevo Adán retorna al paraíso.
• “Vivía entre alimañas”. Jesús ha sabido
someter a los poderes del mal, de la injusticia y de la opresión que tratan de
establecer su dominio sobre el mundo. Jesús es sometido a prueba, pero logra
mantener su libertad ante el mal. Una fidelidad que se espera también de
nosotros.
• “Los ángeles le servían”. Los ángeles
son los servidores de Dios. Y son enviados para colaborar con Jesús en la obra
que le ha sido encomendada. Combatido por las fieras que sirven a Satán es
ayudado por los ángeles que sirven a Dios. Y esa es también nuestra suerte.
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